martes, 25 de mayo de 2010

domingo, 16 de mayo de 2010

miércoles, 5 de mayo de 2010

Long life to Lucho Barrios



Escribo estas líneas muy apenadas y acompañadas por una copa de flojo cognac, mientras una radio local anuncia el comienzo cadencioso de un bolero en la voz ventral del rey del bolero. Lucho Barrios partió y nos dejó una colilla de cigarro a medio fumar y el vaso de cerveza a medio terminar, fue aquel acompañante furtivo de cuanto ebrio, poeta y bohemio despechado muchas veces arruinado por penas de amor llegaba a despilfarrar todo su dinero en una sola noche por culpa de alguna miserable infiel. Sus canciones hablaban del desamor, del amor imposible y la tristeza infinita las cuales increpaban como un escupitajo en el rostro del oyente donde la vida para el cantante era una tristísima infelicidad y no dejaba resquicio alguno a la esperanza. Esa desazón del clásico bolero cantinero que con el paso de los años quedó confinado al olvido y que ninguna cantina moderna en su sano juicio se dignaría a volver a sacar de sus empolvados estantes como fuera antes, ya que simplemente paso de moda o perdería a sus habituales clientes. Actualmente sólo unos cuantos alcohólicos y lastres arruinados siguen escuchando los boleros de antaño como sus pares no menos importantes: Olga Guillot, Leo Marini, Lucho Gatica, Julio Jaramillo y el cursi Segundo Rosero, que entre copa y copa animaban la noche de noctámbulos nigromantes a los que se les oía cantar algún estribillo de su repertorio, llegando incluso a las mismísimas lágrimas. Nos deja la voz alejada de Lucho en alguna radioemisora matutina que se anima a poner de cuando en cuando alguno de sus éxitos mientras uno viaja en autobús. Dolido, algunas veces poético, sus temas desbordan candor y melancolía, tales como: “Marabú”, “rondando tu esquina”, “oh, pintor”, entre otras.



Descanse en paz, Mister Marabú.