lunes, 30 de agosto de 2010

La muerte de un cineasta

La Enciclopedia Ilustrada del Perú
(2001), de Alberto Tauro del Pino, tiene
una definición de él que Robles Godoy
califica de «muy curiosa, aunque certera»:
«El cineasta peruano que más premios
literarios ha ganado y el escritor peruano
que más premios cinematográficos ha
obtenido».




“El cine peruano soy yo” Así respondía Armando Robles Godoy con su peculiar estilo polémico a la prensa acerca del cine peruano. Armando Robles (Nueva York, 1923) fue un Quijote, un iluso, un soñador incansable, que luchó toda su vida para que se diera una ley de cine que luego de una larga e intensa lucha fuera aprobada durante el gobierno de Velasco Alvarado y posteriormente eliminada en la década infausta del Fujimorato. El Cine peruano sigue siendo una interrogante difícil de responder, sí es que en verdad existe, ya que a lo largo del siglo XX sufrió vaivenes y golpes durísimos la producción nacional, habiendo periodos de total esterilidad fílmica. Cabe citar la explosión cinematográfica que se originó en nuestra ciudad del Cusco, en 1955 en donde se proyectó “El imperio del Sol” unos cortos de Eulogio Nishiyama, quién ya filmaba en 8mm, desde los años 40 de contenido costumbrista, en 1960 se realiza el primer largometraje en idioma quechua “kukuli” qué marco el inicio de la cinematografía andina -después de estos- nuevamente se volvió a vivir una etapa de estancamiento, exceptuando por las producciones de Amauta films que no tuvieron gran relevancia, hasta la llegada de Armando Robles Godoy al mundo cinematográfico. En plena explosión de la Nouvelle Vague (Francia) Armando esboza una estética filmica con mucha influencia de Alan Resnais, siempre apelando a su cinematografía: la desfragmentación, saltos de tiempo, y flashbacks. Convirtiéndose en un buscador infatigable del embellecimiento de la imagen que lleva el sello de cine de autor, sorprendiendo en varios festivales, triunfando inclusive en muchos de ellos. Además asistió en la formación de nuevos valores en el mundo del cine nacional con sus valiosísimos talleres, contribuyó en vida a la enseñanza de lenguaje fílmico que muchos de los peruanos desconocen y adolecen hasta hoy en día, a los que llamaba “analfabetos cinematográficos”. Como esteta, en su imaginario plasmó sus recuerdos de los primeros intentos de colonización de la selva del que el mismo fue participe en el Momón (Tingo María) como se puede apreciar en las películas “En la selva no hay estrellas” y “La muralla verde”, esta última elegida como la mejor película peruana de todos los tiempos, con ese personaje cazador de oro solitario, perdido dentro de la jungla cegado por su ambición al robar el oro de una tribu de nativos y que finalmente el botín vuelve al lugar donde pertenece el río "En la selva no hay estrellas". ”Espejismo” a mi criterio personal su mejor película, son esas imágenes borrosas que engañan a primera vista al espectador, esa niebla visual que aturde a los viajantes del desierto, la sed, las dunas de la ciudad de Ica es el espacio idóneo para recrear un drama visual y humano de niños abandonados cantando la internacional en las vendimias al sol con pie al suelo; la imagen de una costa distante, llena de entresueños, transfiguraciones y de brechas sociales en un país al borde del colapso, en este film se puede apreciar la influencia de Eisenstein y Buñuel; actuando en su mejor momento Elena Rojo y Orlando Sacha. Requiere ser observada detenidamente su obra, aunque mucha de su filmografía sigue siendo aún hasta estos días difícil de hallar, tal es el caso de “La selva no hay estrellas” que fue una película desaparecida hasta no hace muy poco tiempo. Armando Robles ofrece una visión invectiva de un mundo dominado por la hipocresía, el clericalismo estrecho y la mezquindad, la crítica peruana le fue siempre hostil a su trabajo, debido a sus apreciaciones sinceras y directas lo conviertieron en un ser temible para la prensa. Como literato Robles Godoy publicó novelas como "Veinte casas en el cielo", "El amor está cansado" y "Un hombre flaco bajo la lluvia", además de "Doce cuentos de soledad" , será y seguirá siendo el decano del cine peruano.







Veinte casas en el cielo.- La novela sucede en varios planos cronológicos. Es la historia de un idealista que dedica toda su vida a la salvación del hombre y funda una ciudad de utopía en las estribaciones de la serranía del Perú alcanzando el nivel de una tragedia griega.


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