domingo, 21 de febrero de 2010

Una sopa sin final feliz


La tomó de la cintura. Acarició tristemente su piel. La echó sobre la cama, en los ojos de aquella tierna mujer podía ver todo el placer que era capaz de dar. Anudaron sus lenguas con tal fiereza que bien podrían haber estado arrancándose el alma. Con una mano le manoseaba juguetonamente las tetas, luego, chupándole la oreja, la otra se perdía con voracidad entre sus muslos. La joven comenzaba a gemir alborotada sobre una jungla de cobertores, sus culos se contraían de goce al encuentro infatigable de los cuerpos. Le hizo el amor toda la noche, solo como lo hacen los grandes campeones. Al despertar sintió unas robustas y peludas piernas a lado suyo bajo las sábanas, mientras la voz ronca de aquel hombre unos años menor que él le preguntaba: ¿En qué soñabas, amor?
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mija

2 comentarios:

J Jonathan dijo...

buena tio... muy socarrona,picante y jactanciosa.

J Jonathan dijo...

buena tio... muy socarrona,picante y jactanciosa.